EL CÓDIGO DEONTOLÓGICO DE LA PROFESIÓN DOCENTE (fragmento)
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El correcto ejercicio de la profesión docente no puede concebirse
al margen de un marco ético, que constituye su sustrato fundamental y que se
concreta en un conjunto de principios de actuación:
1.
Dado
el proceso de desarrollo personal en que se encuentran los destinatarios de la
acción educativa, los docentes tienen la responsabilidad de prestar una
atención permanente a la influencia de sus acciones sobre los educandos, por
cuanto suelen servir de pautas de conducta. Ello implica guiarse por los principios de
responsabilidad y ejemplaridad en su actuación.
2.
Igualmente,
dado que los valores cívicos fundamentales de nuestra sociedad deben ser la
justicia y la democracia, orientados al mantenimiento de una convivencia social
armónica, el profesional de la docencia deberá regirse en todo por dichos
criterios de actuación. Y para respetarlos, no perderá nunca de vista los principios de justicia,
veracidad y objetividad en sus actuaciones.
3.
La
infancia y la adolescencia son etapas decisivas en la formación de la
personalidad. Y para que este desarrollo alcance libremente su techo, es
preciso que los docentes se guíen por el principio del respeto y la empatía, como condición para
propiciar los sentimientos de seguridad y autonomía en los educandos.
4.
La
convivencia escolar es un excelente aprendizaje para la convivencia social, por
lo que los docentes cultivarán los principios de solidaridad y responsabilidad social, con vistas a la formación
de ciudadanos activos y responsables.
5.
Con
el fin de formar ciudadanos autónomos, maduros y con criterio propio, es
necesario que el profesional docente ponga todo su empeño en el desarrollo del espíritu crítico propio y de sus alumnos, de
modo que aprendan a valorar, juzgar y sopesar la veracidad, alcance e
importancia de cuanta información reciban a través de distintos medios.
6.
Sin
perjuicio de la legítima compensación que el docente tiene derecho a recibir
por el trabajo que realiza, su actuación se regirá por el principio del desinterés.
7.
Dado
el cambio continuo al que está sometida la labor de la docencia, así como el
marco institucional y social en que se desarrolla, el docente debe adoptar como
guía de conducta el principio de formación permanente que le permitirá responder
del mejor modo a los desafíos que continuamente se le plantean.